Magazine

La crisis de los refugiados

Basmane, el barrio refugio

— El barrio de Basmane, en la ciudad turca de Izmir, acoge casi 100.000 personas refugiadas, sobre todo sirias

— La organitzación ReVi asiste a más de tres cientas familias, en un país en que ayudar a las refugiadas es delito

Tweet about this on TwitterShare on Facebook0Google+0Share on LinkedIn0

Según la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) el gobierno turco ha registrado, hasta marzo del 2016, 1,9 millones de refugiadas. 250.000 en la provincia de Izmir. En la capital, 100.000. Provienen de Síria y el Kurdistán, según Uluslararai Mülteci Haklari Dernegi, asociación turca por los derechos humanos de los refugiados. La mayoría viven en el barrio de Basmane.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Desde enero del 2016, el grupo ReVi, formado únicamente por voluntarios, se organiza para dar apoyo a las familias de refugiadas que viven en el barrio de Basmane. Actualmente, el proyecto da apoyo a 336 familias del barrio, formadas especialmente por chavales de entre 6 y 17 años, cifra que varia dependiendo de los flujos migratorios y la movilidad de las propias familias, las que vienen y las que se van.

“Eh! you turist?” nos gritan desde una terraza un grupo de adolescentes. Sí, soy un turista que ha venido unos días y se irá. Que retomará su camino y su vida, y dejará atrás esta tierra. Solo habrá sido un lugar de paso. Como habrías podido hacer tú y tu familia y no te han dejado. No te hemos dejado.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Nadie diría que estamos en Izmir, una ciudad en la que viven más de 3 millones de personas. No se habla turco y las banderas rojas con la media luna y la estrella —acompañadas por la figura del padre de la patria turca Kemal Atatürk, abundantes en toda la ciudad— han desparecido de las calles.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Hemos llegado en taxi. Dejamos atrás el tráfico y los cláxones del centro y enfilamos unos callejones laberínticos y mal asfaltados, cimentados de forma casera. Aquí las calles no tienen nombres, solo números. Hay demasiados.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Cada día, los voluntarios de ReVi reparten bolsas con alimentos a las familias con menos recursos del barrio y, durante el curso escolar, realizan diferentes clases para los niños: árabe, inglés, o trabajos manuales, entre otros.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Uno de los miembros de ReVi, Montaser, lleva el móvil con las casas que toca visitar marcadas en el mapa. Él, igual que muchos otros voluntarios, es de Damasco. Huyó los primeros años de la guerra y se quedó en Izmir.

A las 17:20h, estamos delante de la pequeña escuela que ReVi tiene en el barrio, y que sirve también como punto de encuentro y almacenamiento de provisiones. Está situada en un pequeño callejón sin salida. Es una de las casas del barrio que la organización ha podido alquilar gracias a los donativos que recibe. Volvemos a reencontrarnos todos los grupos en esta escuela improvisada. Aún quedan bolsas por repartir, pero poco tiempo para hacerlo. Cambiamos de grupos y de caras. Zakreya y Somar son los nuevos compañeros. Ambos son de Damasco y llevan desde el inicio colaborando con el colectivo.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

“Por cada kilo de plástico te dan 10TL (liras turcas), aproximadamente, 3 euros. Mucha gente recoge y lo vende, hay mucha basura”, comenta Somar, con voz tímida

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Somar tiene 23 años y es de Alepo. Me doy cuenta de que le falta el brazo izquierdo. No me atrevo a preguntar qué fue lo que pasó. “Aquí puedes hacer fotos, nadie dice nada, si lo haces con respeto, claro”, prosigue Somar. “Donde mejor que no hagas es en la frontera con Síria, a mí me rompieron la cámara y me aprisionaron. Hice fotos a unos militares y no les gustó”, afirma, riendo.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Las manufacturas, encargos boca-oreja de madera, pintura y construcción básicas, así como las pequeñas tiendas de provisiones son los principales negocios y fuentes de subsistencia de muchas de las familias del barrio.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

El idioma es uno de los grandes problemas en la escolarización de los más pequeños: la gran mayoría sabe hablar árabe; otros, solo kurdo; y son bien pocos los que hablan el turco, motivo por el cual se tienen que desplazar largas distancias para poder ir a alguna de los escuelas de enseñanza árabe que hay en la ciudad. La precariedad del entorno familiar juega un papel importante en la escolarización, puesto que se tienen que costear ellos mismos el taxi para ir a la escuela, y no siempre es posible.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

“Allí, allí vive Ahmed, lo hemos conocido hoy”, comenta uno de los voluntarios de ReVi mientras señala una pequeña casa de paredes blancas. “Nos ha explicado que la miel de Siria lo mantiene joven y guapo —dice riendo—, pero que la turca no le funciona”.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

El sol se va escondiendo detrás de los grandes edificios de la zona norte de la ciudad, y las luces amarillas de las calles de Basmane se encienden. Es hora de volver hacia la escuela. Mañana hay que volver.

© Carles Palacio
© Carles Palacio

Las calles cada vez son más planas. Vamos saliendo de la zona, seguidos siempre de una pequeña escolta de niños que, a medida que llegamos al bazar, van desapareciendo, y se quedan a jugar con las barandillas de las escaleras. “Bye!”, dicen. Una alegre canción nos despide recordando que el barrio de Basmane es como un inmenso refugio.

***

Según la Ley de Extranjería y Protección Internacional turca, las personas provenientes de cualquier país en conflicto armado fuera de la Unión Europea no tienen el derecho a la demanda de asilo. Así pues, Turquía no ha adaptado la Convención de Ginebra de 1951 y sigue manteniendo la limitación geográfica para los demandantes de asilo. En Turquía no hay refugiadas, sino migrantes en situación irregular.

Edición a cargo de Cèlia Castellano y Gerardo Santos
Traducción al castellano por Cèlia Castellano

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

— El barrio de Basmane, en la ciudad turca de Izmir, acoge casi 100.000 personas refugiadas, sobre todo sirias

— La organitzación ReVi asiste a más de tres cientas familias, en un país en que ayudar a las refugiadas es delito