
— En la exposición predominan proyectos de largo aliento, íntimos y de proximidad, y estará en el CCCB hasta el 8 de diciembre
— El jurado ha valorado en las obras ganadoras la capacidad de informar, interrogar y emocionar
De pronto las luces se apagan y se enciende la pantalla. Suenan voces en un italiano suave y elástico, que hace pensar en un acento toscano y que logramos entender solo gracias a unos subtítulos que se pasean por la parte baja. “El miedo es parte del juego”, nos dice Leo, un florentino que unos minutos más tarde aparece ahí mismo, frente a nosotros, pegándose a puñetazo limpio con otro grupo de moles humanas que corren tras un balón. Todo termina con una escena de celebración, una victoria aturdida, donde el ruido se aglutina a nuestro alrededor como si nos hubiesen pegado a nosotros todos los golpes que recibieron los calciatori de este singular juego. Por 50 minutos dos equipos de 20 hombres se destrozan entre ellos, en un partido de fútbol sin reglas, con tal de conseguir la gloria.
Vuelven las luces y sobre el escenario aparecen David Airob y José Bautista, los creadores —junto a David Ramos— de Calcio Storico, el corto documental que ganó el tercer premio en el concurso multimedia del World Press Photo 2014. Detrás de ellos suben Abbie Trayler-Smith y Pau Barrena, también galardonados en este certamen que reúne cada año a lo mejor del fotoperiodismo de todo el mundo. Este es el décimo año que la fundación Photographic Social Vision —liderada por la fotógrafa Silvia Omedes— se encarga de traer esta exposición itinerante al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). Del 6 de noviembre al 8 de diciembre nos permitirá recorrer los mejores trabajos de fotografía y multimedia documental de 2013.
“El World Press Photo (WPP) nos recuerda que hay muchas realidades ahí fuera y que los medios de comunicación tradicionales ya no son los responsables de distribuir y publicar esa información”, nos empieza contando Omedes. Le preguntamos qué se necesita para traer a Barcelona un evento tan grande como este y nos contesta de manera muy directa: “Antes que nada, hay que tener 20.000 euros”.
– ¿Pero cómo se consiguen las fotografías?
– Existen 14 copias exactas de la exposición que viajan en cajas por el mundo durante un año a más de 90 ciudades. Cada ciudad es responsable de organizar la exposición a su manera, a partir de unas directrices que da la organización.
– ¿Esto quiere decir que en cada ciudad es una exposición diferente?
– No. Son las mismas imágenes, vienen impresas de la misma manera y con las mismas medidas que vemos aquí en Barcelona. Lo que sí tenemos es potestad como partners para organizar el espacio expositivo de la manera que queramos, pero sin mezclar series ni autores.
– ¿Por qué Photographic Social Vision trae cada año esta exposición?
– Porque creemos que es importante que se distingan y tomen en cuenta los valores del fotoperiodismo. Hoy en día recibimos tal impacto de imágenes que los chavales ya no distinguen la publicidad de la fotografía documental. Por eso, además del World Press Photo, hacemos también talleres, campañas de comunicación y visitas guiadas.

“La única manera de salir del hoyo es apostar por la calidad”
Al terminar el acto de inauguración la gente empieza a agolparse en la puerta de salida, con la esperanza de llegar al salón principal del CCCB y degustar los diferentes vinos que ofrecen los organizadores del evento a los asistentes. Nosotros nos quedamos en la sala del teatro del centro, esperando a David Airob, que está charlando con algunos asistentes. Al acabar, se nos acerca y entonces bajamos dos escaleras mecánicas, buscando unas bancas de madera donde nos podamos sentar. Estamos al lado del lavabo.
Animado, Airob nos empieza a contar toda la experiencia del rodaje de Calcio Storico, su primera incursión en el mundo audiovisual y, al mismo tiempo, su primer premio en esta categoría. El calcio fiorentino es un juego extremadamente violento en que dos equipos de 27 jugadores han de introducir un balón en un agujero colocado en el campo contrario. Las únicas agresiones que no están permitidas son los golpes bajos o por detrás y las patadas en la cabeza: “La mejor manera de aprender es a base de hostias sobre el terreno, ¿no? Y nos pegamos muchas pero la verdad es que fue apasionante, sobre todo por la vertiente del vídeo que era algo muy desconocido para nosotros”, nos comenta entre sonrisas y gesticulaciones exageradas. Fueron siete días de rodaje intensos en que convivieron con jugadores de dos de los equipos que disputan cada año el trofeo del calcio fiorentino, un deporte surgido en la Italia del s.XVI que en sus inicios era practicado incluso por el Papa.
Pero aún así, a pesar de que es un juego brutal donde las personas se golpean entre sí, Airob nos señala que en ningún momento quisieron hacer un documental de denuncia del juego: “David Ramos vio la historia en una revista de las que están en los aviones y quisimos explicar qué pasaba ahí. Nosotros hablamos con ellos, les explicamos lo que queríamos hacer y sobre todo les dijimos que fueran sinceros. Y la verdad es que de poquito a poco se fueron abriendo y sobre todo en los últimos viajes se abrieron muchísimo. Cada viaje al que íbamos les enviábamos fotos y planos del rodaje para ver qué les parecía, con lo cual ellos estaban viendo constantemente lo que estábamos grabando y que se estaba trabajando sin querer tergiversar nada”.
La faceta más conocida de David Airob es la de foto-reportero del periódico La Vanguardia, donde trabaja desde 1999. “Afortunadamente yo ya llevo mucho tiempo siendo fotoperiodista, pero te estaría engañando si te dijera que el fotoperiodismo pasa por su mejor momento”, y agrega: “En este país se ha apostado por la historia y no por la calidad, y eso al final se acaba. Yo creo que ahora mismo la única manera de salir de este hoyo es que los medios gasten dinero apostando por calidad”. Pone como ejemplo su documental Calcio Storico, en el que gastaron 6.000 euros y que costearon entre los realizadores, agregando que ese dinero jamás se lo habrían dado en un medio tradicional de comunicación. “Lo podríamos haber hecho por diez veces menos, pero no hubiera llegado a ningún lado. Esa apuesta tan fuerte no significa que te den un World Press Photo, pero sí que llegues a los últimos rounds. Piensa en algo en lo que tú puedas gastarte tu poder económico y que lo puedas llevar al límite”, concluye Airob.

Impacto visual y denuncia social
Un jurado se sienta en una cámara oscura. Se acomodan en las sillas y esperan. Luego de un momento empiezan a aparecer imágenes frente a sus ojos. Pero las imágenes pasan de manera muy rápida. Solo tres segundos por imagen. Los jueces van anotando en su libreta, descartando unas y aceptando otras, solo por el impacto visual que tienen. Así hasta que han pasado alrededor de 100.000 fotografías. Cuando todo ha terminado solo un 40% de ellas tendrán un “sí” debajo de su nombre.
El número de fotografías es enorme: “60.000 fotos no volverán a aparecer ante el jurado durante los quince días que dura la selección –explica Silvia Omedes, organizadora del WPP–, eso te está diciendo que se está valorando mucho la expresividad y el impacto visual”. Ella misma desvela los tres elementos clave para que el jurado tenga en cuenta una fotografía: “que informe, que emocione y que interrogue”. No es hasta las segundas y terceras rondas en que los jurados empiezan a tener información del dónde y el cuándo (o sea, la información periodística). Y no es hasta la última que se sabe quiénes son los autores, para conservar el anonimato hasta el final.
Fred Ramos, ganador de la categoría “Vida Diaria” en el World Press Photo 2014 con su serie “El último atuendo de los desaparecidos”, concibe la fotografía como un elemento de denuncia en un mundo tan violento como en el que vivimos. Sin embargo, considera que para que esto suceda debería haber un giro en la manera convencional en la que se está usando el fotoperiodismo, algo que los medios tradicionales no están permitiendo. “Primero los fotógrafos tendrían que desatarse un poco y buscar nuevas alternativas para mostrar su obra. No digo que hayan de dejar su trabajo, sino a lo mejor buscar nuevas plataformas dentro de lo que están haciendo. En los medios, tal y como están planteados, no se puede hacer un buen trabajo de fotoperiodismo”, concluye Ramos.

La fotografía trata de entenderse a uno mismo
En la exposición de Barcelona hay una imagen que está por todos lados. Se repite en banderolas, carteles, afiches y posters. En ella se ve una mujer, de pie, semidesnuda, con un fondo estampado de leopardo. Su nombre es Shannon y forma parte del 28% de niños de entre 2 y 12 años que sufren de obesidad en el Reino Unido. “Es un retrato muy potente, muy valiente, que mira directamente al espectador y lo interpela, y que nos habla de un ideal de belleza al que no tenemos acceso”. Así describe Omedes la foto de Shannon con la que Abbie Trayler-Smith ha ganado el WPP 2014 en la categoría de retratos.
Al día siguiente de la inauguración, la sala BETA del CCCB reunió a fotógrafos y gente interesada para escuchar la charla de esta fotógrafa galesa. En ella, Trayler-Smith contó cómo ella sufrió obesidad infantil y cómo fue víctima de acoso por culpa de esto. “Empecé este proyecto buscando respuestas a por qué fui gorda y a cómo se puede solucionar el problema. Pero aun no he encontrado todas las respuestas. Llevo cuatro años trabajando en ello. Ha sido el proyecto más difícil que he tenido. Lo hago con mi propio dinero y obviamente a veces choca con mi trabajo, pero es algo en lo que no me pude rendir”, comentó Trayler-Smith.
La instantánea de Shannon es solo una dentro de todo un proyecto que la autora considera muy personal. “La fotografía se trata de entender y hasta cierto punto entenderse a uno mismo. No importa donde vayas en el mundo, la gente siempre está interesada por las mismas cosas”, asegura Trayler-Smith. Para Omedes, el retrato de Shannon es “elegantísimo, muy valiente y aporta muchísimo valor: una manera de decir que las grandes batallas no se están liberando solo en el terreno de países en desarrollo o en conflicto, sino también en ámbitos domésticos y dentro de nuestras sociedades”.
Al día siguiente de que Abbie Trayler-Smith la fotografiara, operaron a Shannon para reducirle el estómago. Estaban en la habitación de su madre y el tren de Abbie salía en quince minutos. Antes de hacer la última foto, Shannon le dijo que tenía que repintarse los labios y que la siguieran a la habitación. Cuando Abbie entró detrás de ella al cuarto se dio cuenta de que algo había cambiado. Los colores insípidos de las paredes se habían convertido en un fondo estampado de leopardo. Abbie sabía que podía perder el tren, pero no lo pensó dos veces y se puso a fotografiar a Shannon en su habitación redecorada. “A la hora de hacer fotos la relación con las personas es muy importante. La foto ganadora me la dio ella, yo no tuve.