
— El consumo de fármacos antidepresivos y ansiolíticos ha aumentado en un 200% desde el año 2000 a España; el 2014 se registraron 531 suicidios en Catalunya
— La falta de un programa integral de educación emocional dificulta la construcción de la autoestima en las personas, que buscan la solución en la ayuda terapéutica
De pie, sin tocarme, murmurando en voz baja, mirándome y desmirándome, un descodificador de energías humano. Francesc pide a mi campo energético si es conveniente para mí realizar un trabajo relativo a mi autoestima. Él me lee, a distancia; yo, sentada en una silla; él, delante de mí, consultando un manual en un atril y haciendo preguntas en voz baja, moviendo los labios. Y mi cuerpo le dice que sí.

—Hemos tenido suerte —comenta, con una pequeña sonrisa—. Lo estoy notando en mi físico, aunque puedes no ver nada. Tengo estímulos y cuando le pregunto a tu campo informacional, él me responde.
Francesc ha recibido un estímulo que ha impactado en su pierna de la manera que indica afirmación; la negativa tiene otra forma. Sus ojos, de un azul casi cristalino, parece que atraviesen mi cuerpo mientras descodifica todo lo que mi campo informacional le transmite, con ayuda de un manual que consulta a menudo. Pasamos la siguiente hora revisando mi centro energético o chakra 3, que está posicionado en la barriga y es donde mi autoestima se aposenta. Francesc detecta que solo está a un 30% de su capacidad.

Busca las causas de ese vacío y me encuentra momentos vitales, algunos de hace unos años, otros de mi niñez. Un “miedo a que te quieran” a los 23 años, “un miedo a no salir adelante” a los 12, para pasar al embarazo de mi madre y acabar con vidas pasadas que han dejado auna huella en mi. En algunos momentos me hace preguntas: “¿Qué te pasó con tu padre a los 8 años? Ahora tienes que hablar”. Me esfuerzo para encontrar respuestas y le acabo dando una que no sé si es real o ha surgido de la necesidad de contestar su demanda. Después continua, describiendo y comentando el viaje que va haciendo por mis energías, con alguna pregunta más para comprobar y concretar. Me desvivo por responder a sus flechas, para encontrar un sentido a lo que dice que tengo marcado en el campo informacional que me envuelve.
Cuando extrae toda la información, cuando el sistema ya no quiere sacar más, me estira en una camilla, donde con el poder de la imposición de las manos cambia las frecuencias de las informaciones y reequilibra mi campo energético. Pone sus manos sobre el chakra 3 y, acompañado de susurros, va corrigiendo cada elemento que interviene en él, modificando su información. De esta manera, tapona los agujeros que me hacían perder fuerza en mi punto energético. Una vez corregidos, pregunta a mi cuerpo si me tiene que dar deberes; la respuesta vuelve a ser afirmativa, así que me deja una tarea pendiente que me permita ir llenando ese chakra que ya no pierde autoestima: implicarme en hacer propuestas concretas sobre el futuro de mis relaciones y defenderlas, cuidar de los vínculos, hacer alguna cosa por ellos. Se acaba la sesión cuando mi campo energético se lo comunica.

Francesc se considera un péndulo, que interpreta y lee la información de los campos energéticos de los otros. No ve nada; se desmorona la idea que todos tenemos un aura visible. Lo hace a partir de estímulos físicos que sus nervios, a partir de su campo energético en contacto con el de otras personas, le transmiten. Existe un campo físico que coexiste con un campo informacional, donde se almacena información durante toda la vida y, si se cree en la reencarnación, también de otras vidas. Así, cualquier nivel energético (tenemos 7 chakras o centros energéticos) puede estar afectado por circunstancias que he sufrido, por vivencias que mi madre me ha transmitido en el proceso de gestación, por situaciones que la familia ha pasado o por información grabada en experiencias de vidas anteriores. Si todo esto afecta un chakra determinado, tendrá una distorsión a nivel del campo informacional y hará falta una intervención quirúrgica en él, como la que experimenté con el ritual de la imposición de manos. Francesc se define como “kinesiólogo de registros akáshicos”, una de las terapias alternativas a las cuales puede acceder todo aquel que quiera saber más de lo que le pasa, de lo que siente.
Como la kinesiología, existen muchas otras opciones donde buscar una respuesta al malestar emocional. Parece que aquellas películas de Woody Allen, donde todos tenían su propio terapeuta, se reproducen cada vez más en nuestra sociedad. Psicoterapias, terapias alternativas, arteterapias, el coaching… Todo son espacios donde buscar respuestas a sentimientos y estados que cada vez somos más conscientes que no sabemos gestionar. La educación emocional, que ofrece recursos para poder realizar esta gestión de lo que sentimos, ha empezado a tomar fuerza hace poco tiempo y su aplicación se limita a instituciones educativas, tanto formales como no formales. Han sido muchos años de dejar las emociones de lado, de no educar en la gestión de lo que se siente, desde el acompañamiento y no desde el bloqueo.
—Llegamos tarde siempre, porque no se ha empezado por la prevención.
Mireia Cabero habla con una voz dulce, llena de una sabiduría delicada, de una emotividad sin contenciones que ha ido construyendo con su investigación pero sobre todo a raíz de ser madre de tres hijos. Su hijo de 6 años explica su trabajo diciendo que “la mama ayuda a la gente a ser más feliz”. Es psicóloga y autora de libros como Invertir en felicitat (UOC, 2012). El espacio donde está la acompaña: un jardín restaurante, goteando aún por la lluvia de la noche anterior, que en la parte alta de la ciudad también deja huella. Quiere comer porque su tiempo está milimetrado: viene de un curso y se va a impartir otro, pero la inminencia de la siguiente cita no le permite esta parada (bajando el volumen, muy correcta, comenta que “acostumbran a ser lentos en servir”).
—Si yo me quiero, a ti no te maltrataré; si me quiero tomaré decisiones profesionales que vayan a mi favor. Cuando uno se quiere por quién es, se siente merecedor de cosas y las va a buscar —el tono sube de intensidad y contundencia dentro de su voz suave y melosa, que parece que acaricie aquel que la escucha—. No vale la educación que solo se basa en que los niños en las pruebas PISA sean aceptables: lo importante es que se quieran, porque además así aprenden mejor. Quiero pensar que la consellera de educación no conoce suficiente las estadísticas: que el suicidio es la primera causa de muerta hasta los 44 años, que 500 personas han conseguido suicidarse pero muchas otras lo han intentado… La consellera hace una parte de su trabajo: solo trabaja sobre lo que las personas aprenden y saben.
Y te haces mayor y las respuestas que necesitas no siempre están en tu mano. Todo el mundo puede haber vivido una niñez en que la autoestima no se haya construido de manera adecuada, pero el acceso a las terapias una vez eres adulto y tomas conciencia no es igual de fácil para todos. Realizar una sesión de arteterapia cuesta alrededor de 40€, igual que una sesión de kinesiología. La hora en el psicólogo está sobre los 55€ y el coach, alrededor de los 50€ la sesión. Si no puedes acceder a estos espacios más privados por su coste económico, siempre queda la vía pública, con psicólogos que te visitan cada mucho tiempo y que tienen una tendencia a los fármacos bastante rápida.
Esta inclinación de la rama pública la confirma Marta Albadalejo, maestra, coach y coautora del libro Aprendre i ensenyar amb empatia i benestar (Octaedro, 2013), que se muestra crítica con el funcionamiento de la psicología pública.
—La psiquiatría actual no está dando respuesta porque están haciendo medicación, seguramente porque hay intereses de las farmacéuticas. La medicación, aunque sea un negocio, se hace con poco dinero —la voz suave y perfectamente modulada de Marta te acompaña por sus palabras—. Lo que valen unas pastillas es mucho más económico que lo que costaría un servicio con personas que trataran las bases de lo que le pasa al paciente. Esto querría decir personas que establecieran un vínculo necesario para rehacer los mensajes desubicados de los primeros momentos de la vida, pero si ves al paciente cada dos meses, o cada mes, y tienes una hora y media, ¿qué puedes hacer? Llega un momento que te hace x sesiones y ya no te puede hacer más. Y todo lo que tiene que ver con las estrategias no se hace rápido, remover aquí es lento.
Si yo me quiero, a ti no te maltrataré; si me quiero tomaré decisiones profesionales que vayan a mi favor. Cuando uno se quiere por quién es, se siente merecedor de cosas y las va a buscar
Los datos muestran que la sociedad se medica cada vez más, como principal y única respuesta que encuentran al malestar que sienten. El consumo de ansiolíticos y antidepresivos creció un 200% entre el año 2000 y el 2013, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. También aumentó el uso de tranquilizantes y somníferos, con un 20% de personas que han consumido alguna vez este tipo de sustancias el 2013 frente al 8,7% registrado el 2005, según la encuesta sobre alcohol y drogas en España 1995-2013.
El arte como vehículo del inconsciente
—Responde sin pensar, con el primer impulso que tingas. Coge el color que quieras y haz aquello que te salga.
María se muestra firme, a pesar del diminuto temblor en el fondo de su voz. Manel responde al trazo rojo de María con una ralla azul que lo cruza; a él, se suman otras líneas, formas y colores, todas conformando un diálogo que pasa por el inconsciente, por aquella parte a la que normalmente no tenemos acceso. El trazo le provoca, le habla, una ralla de color rojo vibrante, a la que responde como puede, sin pensar, de manera intuitiva, dejando ir mecanismos de protección, impulsos automáticos, llenos de azules, de grises, de negros… Y ellos hablan del bloqueo, de la inseguridad, del sufrimiento de Manel. Todo lo que su mano pinta, lo que su cuerpo expresa, es él.

Hoy Manel tiene delante un conjunto de emociones y sentimientos, que tiene que clasificar con colores según cómo los percibe. Con un impulso brusco, pinta las letras que conforman la palabra SEGURIDAD de un negro carbón, que repinta para conseguir la oscuridad (o la falta de luz) más exacta posible. Su cuerpo y su inconsciente hablan por él, expresan el malestar que siente, las dudas y los miedos que lo amenazan. Se va a casa con deberes. Escribir un cuento sobre lo primero que le venga a la cabeza, sacar y expresar aquello que le baila por dentro. No sabe si lo hará, no sabe si el momento lo llamará, como tampoco sabe si esta semana necesitará una sesión extra para reajustarse.
Manel asiste a arteterapia hace cerca de un año, después de probar la psicoterapia por la vía pública y la terapia humanista a nivel privado y darse cuenta que ninguna de las dos le ofrecía las soluciones y el equilibrio que buscaba. La segunda, sobre todo, porque la terapeuta no hizo un buen proceso: a media terapia lo dejó porque los horarios no le iban bien, dejando abierto el tratamiento. Manel llegó a la arteterapia por el boca a boca: una peluquera amiga de su madre con quien sentían conexión le explicó su experiencia positiva con María, la arteterapeuta, y Manel tuvo ganas de probarlo. Buscaba hacer más que hablar. Al principio era “tu dibuja, tu no hables, yo no te quiero escuchar a ti, quiero escuchar tus dibujos”. Ahora hablan más, ha cambiado la dinámica: ha pasado más de un año, donde ha transitado por etapas de diferentes intensidades, desde dos vivistas a la semana a una cada tres.
—Mi doctor de cabecera me dio rápidamente unas pastillas, las típicas para la ansiedad, la dosis mínima, y me dijo ‘cuando vayas con la psicóloga ella ya…’ —la vergüenza esconde un poco la voz de Manel, que se oculta detrás de la duda y la pausa—. Fui con la psicóloga del CAP, me hizo cinco sesiones y luego me derivó al CSMA (Centro de Salud Mental para Adultos, público). Fui solo a una entrevista, era en plan pastillas y me las tomé dos o tres semanas, pero me di cuenta que no era lo que quería. Ya veía que el rollo no era el mío.

La arteterapeuta de Manel, María Sagrera, nos recibe con su padre, Juan, quien la introdujo en este mundo, en su consulta de la calle Aribau, un espacio luminoso con grandes marcos de cuadros y una pared que se repinta cada día, según las visitas. Después de una crisis vital que los golpeó en diferentes momentos, encontraron en esta rama terapéutica su pasión. Aunque no son psicólogos, han realizado formaciones como arteterapeutas y coachs.
—A través del arte te expresas libremente, desde el inconsciente, que no te deja ir nada que el consciente no esté preparado para recibir y, por tanto, no es tan doloroso —el tono dudoso de María se mezcla con unas palabras que parecen convencidas de aquello que defienden.
El padre, presidente de la Asociación Española de Arteterapia, no deja de mascar boquillas de cigarros, en una espiral de humo sin pausa, encendiendo un cigarro cuando el antiguo parece ahogarse. “No me trates de señor —me dice—. Llevo 40 años haciendo arteterapia, tengo 70 y ni se me pasa por la cabeza jubilarme…” Su contundencia arrastra a la hija, quien está pendiente en todo momento de él, de la mano que puede tapar la voz o de la reflexión que arranca su tono grave. “Yo era abogado de derecho internacional, con un despacho en La Pedrera, fui a Bruselas y cuando volví tuve una crisis muy fuerte. Había hecho teatro y encontré la arteterapia”.

Los suicidios registrados tanto en Catalunya como en España afectan mucho más a los hombres que a las mujeres en números absolutos: 393 hombres por 138 mujeres en Catalunya en 2014. Joan trabaja sobre todo con hombres porque valora que la mujer ha hecho un gran crecimiento y, en cambio, muchos hombres están desorientados.
—Los hombres nos preguntamos: ¿qué cojones quieren ahora las mujeres? Que seamos sensibles, que seamos machos, que protejamos, que no protejamos… Y estás hecho un lío. Entonces, es importante descubrir tus valores masculinos, que te sientas satisfecho de ti siendo hombre, sin tener miedo de nuestra parte femenina, porque todos la tenemos. Y aquí se peca mucho porque ‘yo no quiero ser sensible porque es una mariconada’. En este sentido, tengo muchas demandas de autoestima de hombres…
Las palabras, el tono, y la mirada impactan en el otro y son parte, de manera interrelacionada, de la autoestima de las dos personas que comparten el vínculo
Aunque se habla de valores masculinos y femeninos, es necesario aclarar que estos son una construcción social y cultural y, como tal, se podrían ver modificados hacia una situación ideal de igualdad. Con la deconstrucción del género están surgiendo muchas dudas: estamos en un momento en el que parte de la sociedad empieza a cambiar sus expectativas, mientras que al mismo tiempo se reafirman y extienden los estereotipos de género a través de la publicidad y de los medios de comunicación. En esta transición, surgen dudas sobre lo que se espera de cada uno porque aún el género nos condiciona mucho. Qué se espera de mí por el hecho de ser mujer lucha con la voluntad de romper con los estereotipos que nos atan y encadenan.
María y Joan detectan un incremento de la demanda de terapia en la sociedad, relacionada con el aumento de la conciencia en relación a temas de autoestima y malestar emocional, así como con la falta de comunicación en una sociedad altamente individualizada.
—Hay mucha gente que te dice ‘no tengo con quién hablar’… [pausa]. Desgraciadamente. Y le preguntas, ¿pero tú te atreves a hablar? —deja en el aire Joan.
Josep tiene a su padre enfermo desde hace años. Cada semana lo visita, entra en casa y le llama. Pero el padre solo está pendiente de lo que dan en la televisión, básicamente futbol. Josep es maestro y hoy ha asistido a un taller de arteterapia. Ha surgido su caso, aún no sabe cómo. Y el terapeuta, Joan, le ha propuesto activar la mirada amorosa en la relación con su padre: hablarle poco, con un tono cálido, mirando a los ojos y, sobre todo, hablar desde el alma. No cree en recetas, pero tampoco tiene nada que perder y por la tarde lo prueba: entra, saluda al padre con una palabra afectuosa, le pregunta cómo ha ido el día, suave, buscando su mirada. Le explica qué ha hecho él. El padre no reacciona, el futbol le tiene ganada toda la atención. Josep llama de inmediato a Joan y le explica el desastre, con un tono socarrón que habla de un fracaso anunciado. Pasa una semana y lo vuelve a visitar, siguiendo su rutina. Lo saluda como siempre, desde la puerta. Entra. Y en aquel instante, el padre se gira lentamente y le deja ir “Josep, hoy no me hablas como la otra vez”. Josep se queda quieto, patidifuso. Por una vez, la receta ha funcionado: las palabras, el tono, la mirada impactan en el otro y son parte, de manera interrelacionada, de la autoestima de las dos personas que comparten el vínculo. A partir de hoy, la relación cambiará para los dos.
Vivir en función de los objetivos: el coaching
Alba está de pie, delante de una silla vacía. Es su exnovio.
—Me has hecho daño. No me has tratado bien —Alba es contundente, aunque la silla no se mueve del sitio.
Se sienta en la silla. Y se justifica, ahora ya en la piel del chico:
—No quería. No sabía…
Alba ha podido interpretar los dos papeles de una situación que la rompió por dentro, descubriendo las emociones de los dos, como se sentía él pero al mismo tiempo conociéndose más a ella misma. Este es uno de los múltiples ejercicios que Alba realizó durante su proceso de coaching que, a los 20 años, le ha permitido recuperar la seguridad y la confianza. Su aparente fragilidad se rompe cuando empieza a explicar su experiencia, de manera segura y con una narrativa muy bien atada. Un bienestar personal que había perdido a raíz de una relación que fue el punto de partida para darse cuenta de que detrás de su malestar había más cosas:
—Era un tema no de autoestima física, sino de autoestima interior. Hay una parte muy grande de amar cómo es la persona y se tiene muy poco en cuenta. Me sentía muy sola, porque cuando hablaba con las amigas todo el día me decían ‘si tú eres súper guapa y cuando quieres’… y yo, ‘pero es que no es eso’ —se le escapa una pequeña sonrisa nerviosa—. Es una autoestima mucho más interior de la persona y del ser, de no sentirse inteligente, suficiente…
Después del proceso de coaching, Alba introdujo cambios en su vida: dejó al chico con quien mantenía una relación tóxica, se centró en su carrera y en ella misma. El coaching le ofreció soluciones y estrategias para afrontar todos los posibles problemas que le pudieran surgir sola, sin depender de nadie más, a partir de su autoconocimiento. De manera rápida, efectiva, rehuyendo de las terapias convencionales.
Marta Albadalejo fue su coach, método que combina con la terapia sistémica y el análisis transaccional. Ella valora muy positivamente la rapidez de sus resultados, aunque no siempre es la respuesta correcta a las necesidades de las persones a quien atiende.
—Partimos del coaching, del objetivo que la persona se pone, y haciendo preguntas y compromisos la persona los consigue, normalmente con pocas sesiones. Ahora, hasta que no abres el melón no sabes qué sale de dentro. He ayudado a muchas personas con el coaching a adelgazarse, pero con una mujer no había manera, porque en la primera sesión, cuando yo le empecé a hacer las preguntas, surgió un tema sistémico: tenía una hermana en su país con una enfermedad degenerativa con medicaciones que la hacían engordar mucho… Y ella se había empezado a engordar cuando le habían declarado a la hermana la enfermedad. No siempre es suficiente el coaching, a veces hace falta ir más allá.
El coaching no se considera una terapia, sino una manera de conseguir tus objetivos. En una sociedad marcada per la competitividad y la necesidad de ser productivo, las exigencias se multiplican y no siempre la persona sabe cómo darles respuesta: el coaching te prepara para hacerles frente y sentirte satisfecho, mezclando la gestión emocional y los recursos personales. Vivimos en un mundo de expectativas del cual difícilmente nos podemos aislar, por lo que solo nos queda armarnos con todas las estrategias y herramientas posibles para gestionarlo: una guerrera de la emoción, de la incerteza, del bienestar personal.
La psicoterapia: la tradición que incorpora nuevos elementos
Patri optó desde el principio por asistir a una psicóloga privada. Sufrió una crisis vital muy fuerte a los veinte y pocos que la llevó a tener problemas con la comida y a pedir ayuda, aunque rechazó la medicación que también en este caso le ofrecían.
—Me sentía perdida. Los problemas de alimentación están relacionados con problemas internos. A mí me decían que estaba guapa y pensaba: ¡si me vieses por dentro! No era per estética. Toqué fondo y me arrastraron a mi psicóloga. Como estaba saliendo del hoyo, pude renunciar a las pastillas y me recuperé. Ahora vuelvo a tener estas sensaciones y no quiero llegar donde la otra vez, así que ya he pedido hora…
“Nos hemos olvidado de amar y de enseñar qué quiere decir amar, de ponerle palabras a los sentimientos, dejar llorar, dejar reír”
Esther Guerrero, psicoterapeuta, ve peligrar la actual rama pública de la psicoterapia, ya que “se ha quedado en la base, en la derivación a psiquiatras con medicación y falta un reciclaje entre sus profesionales”. Por eso, ha complementado su formación con la terapia sistémica, desde la cual interviene con las personas desde su globalidad.
—Tengo un alto porcentaje de chicas de entre 20 y 30 y pico, que están con un ‘no sé qué hacer con mi vida’. Sus padres venían de ‘yo no podía estudiar, yo no he podido hacer… pues quiero que mis hijos hagan’, pero nos hemos olvidado de amar y de enseñar qué quiere decir amar, de ponerle palabras a los sentimientos, dejar llorar, dejar reír. Todas estas cosas trabajan la autoestima en el futuro de un adulto: si no puedes poner palabras a aquello que sientes, no puedes explicarle a otra persona como te sientes. El típico ‘estoy rallao’, ‘¿a ver, en qué?’ ¿O qué quiere decir ‘estoy de bajón’? Solo el hecho de parar a pensar cómo te sientes ya es un cambio terapéutico súper importante. Hoy por hoy, la sociedad nos está haciendo ser muy individualistas, y ser tan individualistas no te nutre emocionalmente.

Educación emocional y autoestima versus individualismo y competición
Cada vez nos cuesta más gestionar nuestro alrededor y lo que éste nos provoca. Marta Albadalejo habla de la incerteza que llena la sociedad actual, la cual genera una angustia que se transmite de padres a hijos. La autoestima está en la base de todo: se construye en los primeros años de vida pero determinará nuestra respuesta a los diferentes sucesos y situaciones que tendremos que afrontar durante el resto de nuestra existencia. La respuesta que damos a los estímulos que nos llegan de fuera se genera en nuestro interior, depende solo de nosotras. Como defiende el budismo a partir de su creencia en la paz interior, las condiciones externas no son importantes ya que no están dentro de nosotros y, por lo tanto, todo el poder para controlar lo que sentimos y pensamos lo tenemos nosotros.
—Por ejemplo, delante de un desahucio, una persona puede considerar que se trata de una injusticia… o considerar que toda la culpa es suya. Los hechos que pasan no construyen nuestra interpretación, somos nosotros quienes lo hacemos —afirma Marta, contundente.
Hay familias donde su hijo se ha suicidado, porque nos hemos perdido. La sociedad, y sus maestros, y sus pediatras y la gente que lo ha visto se han perdido por no saber cómo intervenir
Daniel Gabarró, autor de libros como Descoberta interior: viatge en set etapes (Boira, 2011) defiende que “la felicidad es una decisión. Es decir, puedo haber decidido en mi vida ser feliz”. Por eso apuesta por crearnos y crear para los niños y niñas unos relatos que nos empoderen y nos permitan transitar per la vida. En una sociedad basada en el individualismo, donde lo que se valora es cobrar cada vez más y tener una buena posición social, la exigencia y una escuela basada en los méritos y la competencia provocan que el acento se ponga en los aprendizajes y las oportunidades laborales. Se enseña a los niños y niñas aquello que se cree que les será útil para poder desarrollarse en una sociedad donde priman el dinero y el trabajo, pero se olvida el acompañamiento en la construcción de aquello más preciado, que siempre te acompañará: tu autoestima, la manera cómo te ves, cómo te percibes, cómo te construyes a tu misma. Y aquí la educación emocional tiene un papel clave, que Mireia Cabero y su equipo apuestan por desarrollar como un modelo integral emocional a tota la sociedad:
—Tenemos una prueba piloto de 4 años pionera en el mundo que iniciamos el año pasado, en Breda y en Hostalric, que se llama “viles pel benestar”, en la que se pretenden desarrollar competencias emocionales a toda una sociedad de forma pública y comunitaria. Hasta ahora se ha hecho en sitios pequeños, como escuelas, pero dijimos basta, porque estos niños salen a la calle y su pediatra, su carnicero o el de la moto les dice gilipollas. Este niño está en un entorno que no le habla de emocionalidad inteligente y de vida positiva; por tanto, ¿qué estamos haciendo? Lo estamos haciendo bien, pero no es suficiente. Cuando presentamos datos a políticos o técnicos dicen ‘¡ah, es muy fuerte!’, y yo les digo que lo más fuerte es que hay familias donde su hijo se ha suicidado, porque nos hemos perdido. La sociedad, y sus maestros, y sus pediatras y la gente que lo ha visto se han perdido por no saber cómo intervenir, porque el error es cuando tenemos que generar prevención, que es la base del bienestar emocional.
En setiembre empezará, si hay financiación suficiente, la etapa de intervención, ya que hasta ahora se ha realizado el diagnóstico. Es un proyecto que cambia la mirada del bienestar y la autoestima, pasando de actuar a nivel micro, individual, a hacerlo de manera social, incidiendo en toda una población de manera integral. Una buena competencia emocional es la base para tener una autoestima adecuada, que construya personas felices y satisfechas con su ser, personas que dejen de necesitar respuestas externas a su malestar. Pero parece que el camino hacia esta nueva cultura del bienestar emocional está apenas empezando. Hará falta ver si, con conciencia e implicación política, la sociedad es capaz de avanzar grupalmente hacia esta prevención que construya personas más felices y satisfechas.