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El Chojín y la persona tras la marca

— Después de una docena de discos publicados, el rapero y poeta atraviesa un momento en que se siente devorado por la marca que ha construido desde que comenzó con el rap a finales de los 90

— Considera que la discriminación racial que sufrió por sus raíces guineo-ecuatorianess lo han hecho mejor persona

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En uno de los numerosos restaurantes turcos que se encuentran en el Paral·lel, un chaval de unos 20 años, con una gorra plana, se acerca a una mesa y le pregunta a un hombre:

– Perdona, ¿tú eres Chojín?

A lo que el hombre le responde:

– ¿Te debo dinero?

– No

– Pues sí, soy Chojín.

– Me encanta la música que haces. ¿Me puedes firmar un autógrafo?

A Domingo Antonio —su auténtico nombre— se le conoce por su música en los escenarios y por la docena de discos publicados, aunque también se ha prodigado por platós (cerró los informáticos de La2Noticias durante 2010 con pequeñas actuaciones que servían como sumario) y ha colaborado en algunos programas de radio en la SER y en Onda Cero. Actualmente es el presentador del programa ‘Ritmo Urbano’ en La2. También ha formado parte de talleres y campañas por diversos motivos sociales. Pero en realidad de lo que se gana la vida es de pensar, de pensar mucho. Lo único que hace es darle musicalidad a sus pensamientos. Y uno puede darse cuenta de esto viendo lo que tarda en devorar un ‘shawarma’. Una clase de hombre que en muchas ocasiones no da respuestas a las preguntas, sino que añade interrogantes. Posee la persuasión del que está seguro de sus dudas, no en vano tiene ya 38 años y doce discos a sus espaldas. Mide más de metro noventa y está fuerte, como para llegar a esos sitios donde a veces la oratoria no llega. Pero aun su porte, tiene cara de buen tipo.

Es un hombre que piensa, que piensa demasiado. No habría otra forma de explicar por qué a estas alturas, y con la vida aparentemente solucionada, sigue cuestionándose de forma tan profunda la huella que deja en él el éxito de su música.

—Joder, sigo teniendo hambre. Necesito un postre. ¿Aquí no hay postres no? —dijo Chojín.

—Ni idea —dije.

—¡Vamos a la Badgad! —dijo en tono jocoso Ose— Avisé que entrar costaba 80 euros.

—¿80 euros? —dijo Ose con asombro.

—80 euros, o 85, no me acuerdo, algo así. Es que entrevisté a la dueña hace un par de años.

—Pero joder tío ¿qué hay allí dentro que vale tanta pasta?

—Si tío. ¿Te las puedes follar al menos? —dijo un amigo de Chojín.

—Hombre, si pagas más, supongo que puedes. Yo la vez que fui vi un número de una señora chupando nata en las tetas de la bailarina. Os lo juro. Son las tetas más enormes que he visto en mi vida —dije.

—¡TOMAAA! Ya tenemos postre —dijo Chojín mientras cogía medio metro de aire con las manos—. Vamos a comer nata en unas tetas enormes —entonces puso la cara en medio de ese metro de aire que en su mente eran ya unas tetas enormes untadas de nata y empezó a succionar con frenesí, moviendo la cabeza enérgicamente de un lado a otro, procurando que no quedara nada de esa nata imaginaria.

Todos nos echamos a reír hasta que dijo: “Oye ahora en serio, vamos a buscar un postre”.

Imagínate que tú sabes que a esa hora, la 1:30 de la madrugada, y en esa zona, en el Paral·lel, es más que improbable conseguir un postre. Pero imagínate que te dice esto un tío de metro noventa. Que además de medir metro noventa está fuerte. Que además de medir metro noventa y estar fuerte tiene la cabeza rapada y la barba milimétricamente delineada. Y que además de medir metro noventa, estar fuerte, tener la cabeza rapada y la barba milimétricamente delineada se llama Chojín y es uno de los iconos más representativos en la historia del rap español. Al final vas con él a buscar un postre.

Llegué a las cinco de la tarde a la sala Apolo, mientras Chojín hacía las pruebas de sonido. Antes debía atender a otro medio y todavía tenía que ir al hotel a preparar un poco más el concierto y ducharse, por lo que acabamos posponiendo mi entrevista.

—¿Tío nos vemos luego a las 8 y media mientras actúan los teloneros?

—Si claro, de acuerdo.

Mientras llegaba tomé unas cervezas con Ose. Ose es un gran amigo de Chojín. Es otro rapero que también comenzó sus andaduras en el rap por los 90. Eran minoría, gente rara haciendo la misma música que los negros en los suburbios de Nueva York, lo que permitió que se creara entre ellos una hermandad cuyos vínculos siguen vigentes 20 años después. Hablamos del tedio, del hastío, de las vicisitudes de ganarse la vida con la música. “A veces aburre, como todo”. Quitamos alguna pregunta, añadimos alguna otra… Cuando nos quisimos dar cuenta llevábamos tres cañas y el reloj marcaba las 20:45. Llegaba tarde.

El personaje crece y se come a la persona, al final pasas a ser una marca

No vimos a Chojín por ninguna parte. Simplemente no estaba. Desaparecido. Y mi entrevista desaparecida con él. Bueno, quizás después del concierto…. A las 10 llegó el concierto. Puntual. Atípicamente puntual. La gente hace lo de siempre, comienza a vitorear. Choooojin, Choooojin, Choooojin. Y quizás nadie de los que esté allí se detenga a preguntarse si la persona a la que vitorean es realmente el Chojin.

—Durante toda mi vida he defendido que no existe diferencia entre el artista y la persona, Tú eres tú, te representan tus letras y entonces no hay diferencia, pero no es verdad. El artista y la persona se parecen mucho pero no es lo mismo. El artista es lo que la gente ve y lo que la gente ve no es necesariamente lo que soy yo de verdad…

Choooojin, Choooojin, Chooooojin

—…pueden pensar que soy de una determinada manera que me termina condicionando a la hora de actuar muchas veces.
Chojín todavía no ha empezado a cantar. Saluda al público y éste le vitorea con más fuerza si cabe, ansioso por escuchar su esencia activista de siempre.

—…y justo estoy en un momento de mi vida en que me planteo eso. Por ejemplo en la Wikipedia pone “Chojín es un activista en contra del consumo de drogas, de la violencia y de no sé qué”, y es mentira, yo no consumo drogas pero no soy activista en contra de su uso, que la gente haga lo que le dé la gana. Sólo digo que existe una opción que es no consumir. Estoy en contra de la violencia, pero si existe, existe, y si se puede evitar se ha de evitar. Entiendo que es el mejor camino pero como a veces sí existe, si alguien te violenta, tú tienes el derecho a contestar…

Empieza a cantar su primer tema, y como es lógico la gente empieza a bailar. Aunque en realidad no bailan. Con el rap no se baila, (no como formalmente se entiende bailar) sino que se alza la mano de forma coordinada con el cuello, que sigue el ritmo de la instrumental moviéndose de arriba abajo. Como si estuvieran asintiendo con la satisfacción de quien ve cumplidas sus expectativas, algo tremendamente paradójico en el tema que nos ocupa.

—…pues como Wikipedia pone eso, te llaman para dar charlas, conferencias sobre eso, tu das tu punto de vista pero en realidad también das lo que quieren oír y al final termina creciendo el personaje y se hace pequeña la persona, comienzas a ser una marca. Está basada en frases mías, expresiones mías, no se la han inventado, pero luego la gente llega a conclusiones por ella sola que se parece a lo que soy pero no es exactamente lo que soy. A veces la gente quiere las cosas simples, que estés a favor o en contra. Estoy a favor pero… y él pero ya no lo escuchan… y estoy justo en ese momento. Nunca me había pasado y estoy en esa crisis. Pero es una crisis pequeña, no es algo radical.

Cuando hablas con Chojín en uno de los numerosos lugares de comida turca en la avenida Paral•lel, te das cuenta de que es un tío con un apetito voraz. Es curiosa la rapidez con la que come, más curioso aún es que habla incluso más rápido de lo que devora, pero lo más curioso todavía es que es capaz de deshacerse del Durum y de las palabras con esa misma rapidez y al mismo tiempo, y además sin la boca llena y vocalizando bien. Comprendes entonces por que tiene el record Guiness de más sílabas rapeadas en un minuto. En ese momento pensé cuantas veces tendría que bajar la velocidad de reproducción del VLC Player para poder transcribir simultáneamente la entrevista mientras hablaba. Fueron tres.

—…pero bueno, son gajes del oficio.

—¿Te gustaría huir de esa marca, huir del personaje que has creado y dedicarte a ti mismo?

—Sí, pero es que me parece hasta miserable quejarme de eso por la vida tan 
maravillosa que tengo. En ciertos momentos lo piensas: irme a un pueblo perdido por no sé donde, dejar que me crezca la barba y llamarme Rafael. Pero no, no puedo quejarme, me lo merezco, por tener una vida tan maravillosa.

—¿Y huir de la rutina de tus conciertos? ¿De viajar? Porque tío… no paras… ¿No acabas un poco hasta los cojones?

—Hay veces que no te apetece. Pero son quejas pequeñas de las que muchas veces hasta me avergüenzo de quejarme. A mis amigos no se las digo, ni de forma pública porque me parece mal. Soy de un barrio, mis amigos trabajan en fábricas y cosas de esas…

—Crees que tienen más motivos para quejarse…. bueno, no es que lo crea, es que los tienen. Es gente que trabaja diez horas al día, seis días a la semana, por un sueldo que te da justo para comer, como para encima llegar y decirles [pone voz de tonto] “es que no me apetece irme a canarias este fin de semana”. ERES IDIOTA —dijo mientras golpeaba la mesa.

—Bueno, supongo que una parte negativa de viajar es que haces amigos en distintos puntos del país y que muchas veces no los puedes tener cerca cuando lo necesitas.

—Pues sí —dijo mientras miraba a Ose—, por ejemplo a él hace un montón que no le veo. Es una de esas personas capaces de animarte y ahora estoy feliz.

—Bueno, acabas de dar un concierto. Igual la euforia que tienes también hace mucho…

—No. Ose es mejor que eso, conciertos hago muchos, de Ose no puedo disfrutar tanto.

Ilustración de kebabs
Los buenos kebabs | Ana Riaza

Y ahí Chojín no estaba tan firme respondiendo. Chojín, el grandullón de metro noventa, el icono representativo del rap, se volvió diminuto y agachó la mirada, como buscando alguna respuesta en la madera de la mesa. Las estrellas también son vulnerables.

El concierto sigue su ritmo. Los temas van sucediéndose. Hay temas personales, de cachondeo, pero también de compromiso social. Injusticia, abusos de poder, discriminación.

Su piel, demasiado oscura para ser extremeña y demasiado blanca para ser guineo-ecuatoriana está en ese absurdo y fino limbo donde acaba la aceptación y comienza el racismo.

—¿Te has sentido discriminado por tener raíces africanas?

—Sí. Lo cierto es que sí. Desde pequeño.

—Quizás gracias a ello eres la persona que eres hoy…

—Sí. Sin duda. Lamentablemente, cómo eres por fuera nos condiciona del todo a cómo terminamos siendo… por cómo te miran… cómo te tratan. Hace que te preguntes más cosas que otros. Cuando la sociedad te marca como distinto irremediablemente tu terminas asumiendo ese papel, y te sientes distinto porque te han hecho distinto, y entonces claro, te da que pensar cosas que un niño de doce o trece años no hace a no ser que se sienta obligado… y sí… el hecho de haber sido parte de una minoría étnica en España me ha hecho mejor persona.

En esa piel llama la atención el tatuaje que tiene en el antebrazo. “Ngú ya Mobún”. Está escrito en Fang, una lengua hablada en Guinea Ecuatorial:

—Significa fuerte y orgulloso. Uno de los puntos de inflexión para el desarrollo de la persona que hoy soy fue el día que un amigo mío de toda la vida me dijo “vete a tu país”. Era mi décimo cumpleaños. Ese día llegue a casa triste. Mi madre intuyó lo que me pasaba… Me dijo que tenía que ser fuerte y orgulloso como mi padre y me lo tatué años después. Ese momento fue muy importante en mi vida”.

Justo entonces llega la comida que habíamos pedido. Somos cinco personas en la mesa y nos la traen a todos menos a él.

—Tío, ¿No te han traído tu plato? —dijo Ose

—Pues no. Me voy a comer un falafel de estos mientras, si es que 
vivimos en un mundo de blancos. Es así, hay que aceptarlo —dijo Chojín bromeando.

—¿Por qué cosas lloras?

—Va a sonar muy ñoñas, pero si llorase por algo sería por la discriminación. Eso es lo que me toca más. El hecho de que haya alguien que no les conoce de nada y les odie porque sí… Que no les demos ni siquiera la oportunidad de conocerlos o entenderlos… ¿De verdad somos tan tontos? Me descorazona porque a veces me hace pensar que no hay futuro, ni posibilidades, porque hay gente que da igual lo que le digas y que nunca va a atender a razones, porque la razón aquí la tengo yo.

El concierto acaba. Son las once y media. Nos dirigimos al camerino. Cuando llegamos no vimos a Chojín por ninguna parte. Simplemente no estaba. Otra vez desaparecido. Y mi entrevista otra vez desaparecida con él. Llevo desde las cinco intentando entrevistarle. Bueno, vamos a esperarle fuera. Una hora después de que acabara el concierto el Chojín sale de la Apolo y comienza a hacerse fotos con la gente.

—Me molesta que me hagan fotos, pero lo entiendo como un pago por un trabajo tan bueno. Sé que hay gente a quien le hace ilusión, entonces yo, gustoso, accedo, pero me gustaría que no me lo pidieran porque no me gusta que me vean como alguien que sea merecedor de eso.

—¿Te molesta que te vean más importante que ellos?

—Sí. Es exactamente lo contrario de lo que digo en las letras, me admiran por decir eso pero luego hacen lo contrario de lo que digo en ellas. Pero así es la vida, si les hace ilusión les hace ilusión y a mí no me cuesta nada. Media hora después, tras salir en un montón de fotos, apretar un montón de manos y escuchar un montón de veces “Chojín me encanta tu trabajo”; Chojín se reúne con nosotros (unos pocos amigos de él y yo). “Bueno qué, ¿vamos a cenar algo no?”. Yo entonces le digo que era el chico de antes, que al final que qué haríamos con mi entrevista. “Ah, sin problema, vente a cenar y la hacemos allí”. Y fuimos. Al final caminamos por el Paral·lel buscando un sitio por donde comer. Cenamos, le entrevisté y le conocí un poco mejor. Es curioso el lugar que ocupa el racismo en su vida. Tanto la persona como el personaje tienen ese denominador común. En parte, gracias a sufrirlo, se ha formado la persona de la que tan orgulloso se siente, y en parte, gracias a combatirlo, se ha formado el personaje que en ocasiones la devora.

Y, como era de esperar, al final no pudimos encontrar un postre.

Edición a cargo de David Vidal y Gerardo Santos.

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— Después de una docena de discos publicados, el rapero y poeta atraviesa un momento en que se siente devorado por la marca que ha construido desde que comenzó con el rap a finales de los 90

— Considera que la discriminación racial que sufrió por sus raíces guineo-ecuatorianess lo han hecho mejor persona

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