
— La policía se ampara en la sección 377 del código penal indio para arrestar, chantajear y abusar de los miembros de la comunidad LGBT
— Andy Silveira lucha contra los perjuicios de la sociedad india asegurándose que nadie que le conozca a él pueda decir jamás que no conoce a una persona homosexual
La lucha per la descriminalización de la homosexualidad en India
(La primera parte se publicó el miércoles 15 de junio)
Cinco
El 14 de mayo del 2015 terminé mi voluntariado en la Fundación Vicente Ferrer tras siete meses. Esa noche me despedí de Anantapur, la ciudad más fea, sucia y arrebatadoramente hermosa que jamás he conocido. A las 11 de la noche cogí un bus en la parada del Hotel Nandini con dirección a Hyderabad. Al día siguiente seguiría viajando en tren hacia el norte, a Calcuta, y luego al Himalaya. Pero antes haría una parada en casa de Andy.
Andy vive en las afueras de Hyderabad, en un complejo residencial más parecido a cualquier bloque de pisos de una ciudad dormitorio española que a los slums de las ciudades indias. Los bloques están rodeados por una alambrada y vigilados por guardias. En la entrada, me piden el nombre, el motivo de la visita, mi número de teléfono y mi firma. Por lo que respecta a su poder adquisitivo y calidad de vida, Andy es un privilegiado en su país.
El piso de Andy es acogedor y espacioso. Hay dos habitaciones: una para él y otra para su madre. Alda fue a vivir con él después de la muerte de su marido. Tras la muerte de Ancy, sus padres envejecieron de golpe. La salud de Antonio empeoró con el tiempo. La de Alda también se resintió. Cuando Andy le dijo que era gay ella le dijo que le quería igual y que le apoyaba.
El dormitorio de Andy tiene estanterías a rebosar de libros de temática LGBT y novelas rosas gays. Una parte de ellas las “heredó” de su tío, futbolista profesional, quien según Andy se llevó su homosexualidad a la tumba.
Andy lleva una camisa de rayas arremangada, indumentaria típicamente india. Me invita a sentarme en la cocina mientras conversamos. Por lo general, su voz es dulce. Sin embargo, cuando habla de el dolor y la injusticia provocada por la situación legal de la comunidad LGBT el tono de su voz se endurece. Habla con rabia y nunca se le terminan los ejemplos.
Más de la mitad de los hombres que mantienen relaciones homosexuales en las grandes ciudades están casados con mujeres
“En Bangalore, una mujer descubrió que su marido era gay. Escondió cámaras en su casa, y cuando regresó tras irse unos días descubrió que su marido había estado manteniendo relaciones sexuales con otros hombres”, dice Andy.
La mujer entregó los vídeos a la policía. “Mi marido es un homosexual actuando en contra de la naturaleza”, dijo ella, según el informe policial citado por The New York Times. “Tomen acciones legales contra mi marido homosexual”. Lo hicieron. El 26 de octubre de 2014 la policía arrestó a su marido. Sus cargos: violar la sección 377 del código penal.
Según The Humsafar Trust, una organización especializada en tratar miembros de la comunidad LGBT con el virus del VIH, en Mumbai más de la mitad de los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres están casados con mujeres. Representan entre un 50 y un 60%. Según la organización los datos se pueden extrapolar a las otras grandes urbes del país. En ciudades más pequeñas o en los pueblos, donde casi no existe el anonimato, lo están casi todos: entre el 80 y el 90%.
Uno de cada diez hombres en Mombai es seropositivo
El director de programas de Humsafar Trust, Pallav Patankar, asegura que las implicaciones de estos matrimonios van más allá del dolor provocado por vivir una mentira. “Los hombres casados tienen más predisposición a contraer el VIH comparado con los solteros porque no llevan preservativos con ellos”, cuenta Patankar. “En el matrimonio no lo usan, por que lo que si la mujer se lo encuentra les dirá ‘cuando nos acostamos no usamos condón, ¿por qué llevas uno contigo?’”. El marido con VIH puede pasar la infección a su mujer e hijos.
En Mumbai, uno de cada diez hombres gays es seropositivo.
Andy está cansado de ver cómo otros hombres gays terminan casándose con mujeres. Ocurre siempre. Una y otra vez.
“En algunas casos, después de casarse siguen manteniendo relaciones sexuales con hombres. Hoy en día tienes todas esas apps: Planet Romeo, Grinder, Webmen… Si quieres, es fácil encontrar compañeros sexuales”, explica Andy.
La página web de contactos Planet Romeo, por ejemplo, tiene en la India cerca de 217 mil usuarios. ¿Cómo es posible que una página web de contactos destinada a un público gay funcione en un país donde las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo se consideran delito?

Según Andy, nadie impide a los hombres gays mantener relaciones sexuales en privado. Lo que es difícil es vivir abiertamente como gay y tener una relación. La ley penaliza el sexo pero castiga al amor. Señala como delito el acto, pero condena la identidad.
“La ley es simbólica. Porqué no ilegaliza nada. Sólo habla de sexo”, cuenta Andy. “Y sin embargo, las repercusiones por lo que respecta a cómo la población percibe a la comunidad LGBT y cómo nosotros mismos nos sentimos son enormes. Ahora, la sensación es de abatimiento. Siento que nada nuevo va a ocurrir en mucho tiempo”.
Hay algunos que, como él, se sienten fuertes y deciden luchar. Pero no todos son como Andy. “Hay muchos que han perdido la esperanza y sienten que las cosas en la India no van a mejorar. De modo que optan por casarse y tener hijos, que es lo que todo el mundo hace, en vez de salir del armario. Porqué no ven ningún motivo en hacerlo. Me dicen, ‘aunque salga del armario, ¿qué gano?’ No hay un después. Este es el dilema para mucha gente”, asegura Andy.
Seis
Cuando el Tribunal Supremo decidió anular la suspensión de la sección 377, argumentó que su impacto en la sociedad era muy limitado: en más de 150 años, aseguraba, menos de 200 personas han sido procesadas.
La justificación del Tribunal le ha acarreado críticas de activistas de la comunidad LGBT. Danish Sheikh es abogado. Trabaja en la ONG International Commission of Jurists y durante los últimos cinco años ha sido miembro del grupo Alternative Law Forum, una de las plataformas más activas en la lucha legal para despenalizar el sexo homosexual. Los datos del Tribunal Supremo, dice, son engañosos.
Los menos de 200 casos de los que habla el Tribunal Supremo se refieren exclusivamente a los casos que han llegado a uno de los Tribunales Superiores del país. Es decir, a los casos en que un tribunal ordinario ha dictado sentencia pero luego se ha apelado a un tribunal superior.
Según Sheikh, esto ocurre raras veces. Los acusados de violar la sección 377 evitan enzarzarse en una disputa legal para pasar desapercibidos y no ser víctimas del estigma social.
Trece hombres fueron encarcelados por violar la sección 377 y sufrieron abusos de mano de la policía
Tras la sentencia del Tribunal Supremo, el número de denuncias presentadas bajo la sección 377 creció. Pero es difícil saber con certeza cuántas afectan a hombres o mujeres acusadas de acostarse con personas de su mismo sexo. La sección 377 también se usa para perseguir casos de pedofilia y sexo no consentido. Muchas de las denuncias las presentan terceras personas que no han estado directamente implicadas en el incidente y cuyo testimonio es ambiguo. Por ejemplo, los padres de un chico gay pueden denunciar a su pareja y en el informe policial declarar que su hijo a sido víctima de una violación.
“Básicamente lo que digo es que si alguien dice que la sección 377 no se está usando es incorrecto. Sí que se usa. Y más que antes”, afirma Andy.
El informe Dignity First, elaborado por Alternative Law Forum al cabo de un año de la sentencia del Tribunal Supremo, estudia los perjuicios ocasionados por la sección 377 en la comunidad LGBT y los numerosos abusos sufridos en manos de la policía.
Entre los ejemplos, menciona el caso de la mujer que grabó a su marido en Bangalore. También cuenta el caso de un médico que fue chantajeado repetidamente por un grupo de jóvenes tras mantener relaciones sexuales con ellos. Le obligaron a pagarles 1,2 millones de rupias, unos 16.000 euros, a cambio de no hacer público el material. Al final, la policía intervino. Los detuvo a todos; también al médico.
Uno de los casos más sonados son los abusos en una prisión de Hassan, en el estado de Karnataka. La medianoche del 2 de noviembre de 2013, la policía detuvo en una redada a trece hombres acusándoles de violar la sección 377. El informe Dignity First señala varias irregularidades y pone en duda la verosimilitud de las denuncias que la policía usó para justificar los cargos.
“La policia ha destrozado mi vida, mi futuro y mi derecho a vivir. Fuimos torturados y nuestro futuro es desolador”
En prisión, usaron amenazas y les intimidaron para que revelaran información de otros compañeros gays. Cuando pedían explicaciones solo recibían golpes. Les obligaron a quitarse la ropa y bajarse los calzoncillos mientras los policías tocaban sus partes íntimas con un palo y hacían comentarios obscenos. Les decían que quién les había dado el derecho de vestir sari, el atuendo típico de las mujeres en el país.

Al cabo de diez días fueron liberados, pero los problemas no habían hecho más que empezar. Habían quedado señalados de por vida ante una sociedad que los veía con malos ojos. Uno cuenta como fue rechazado por su madre tras el incidente. Otro, como tuvo que mudarse porque los profesores de su hija le pedían a ella detalles del incidente. En declaraciones reproducidas por el informe, uno de los arrestados decía: “No puedo vivir aquí. Tenía una muy buena reputación. Ahora la gente no hablará conmigo. La policía ha destrozado mi vida, mi futuro y mi derecho a vivir. Fuimos torturados y nuestro futuro es desolador… la policía es responsable de esto”.
Pero las denuncias y los casos de violencia son solo una parte del problema. El informe también recoge testimonios donde el perjuicio ocasionado es menos evidente.
En uno, un chico habla de cómo sufría burlas de sus compañeros de trabajo y temía que le denunciaran por ser gay. Otro chico se quejaba de que su padre, tras conocer la sentencia, le insistía aún más para que se casara con una mujer. En Bengala Occidental, una madre cuenta como parte de la familia no aprobaba que ella aceptara la homosexualidad de su hijo e intentaban quitarle sus acciones en la empresa familiar. En Mumbai, un padre tiene miedo de dejar su apartamento en herencia a su hija lesbiana por miedo a que los vecinos la denuncien si nunca decide vivir ahí con su pareja.
El informe compara el impacto de la sección 377 con un iceberg. En la punta están la persecución policial y las denuncias; en la base, las innumerables amenazas que los miembros de la comunidad LGBT sufren cada día. La parte más llamativa es la violencia. Pero su tamaño es insignificante comparado con lo que no se ve; ese enorme bloque de hielo sumergido en el océano. Es el miedo.
Siete
Las elecciones al Parlamento indio se celebraron entre el 7 de abril y el 12 de mayo de 2014; había 814,5 millones de electores con derecho a voto y más de 8.000 candidatos. La India, la mayor democracia del mundo, también celebra las elecciones más descomunales del planeta.
Un mes antes, el periódico en inglés más vendido del país, The Times of India, publicó los resultados de un estudio realizado por The Humsafar Trust sobre la intención de voto de la comunidad LGBT. Los resultados son radicalmente distintos a la intención de voto del resto de la población y reflejan una de las claves para entender el pesimismo de Andy y millones de personas que, como él, anhelan la legalización de la homosexualidad.
La mayoría de los encuestados (45,17%) dijo votar al Indian Congress Party, la histórica formación que Mohandas K. Gandhi lideró durante la lucha por la independencia y que desde entonces ha gobernado el país de manera casi ininterrumpida. El segundo partido en intención de voto (41,07%) fue el Aam Aadmi Party, o partido del hombre corriente, que ha hecho de la lucha contra la corrupción su bandera. El tercero (13,76%) fue el Bharatiya Janata Party (BJP), el “partido del pueblo indio”.
El presidente del BJP, el partido del gobierno, asegura que la homosexualidad es “antinatural” y no puede ser apoyada
“Los resultados de la encuesta no deberían sorprender,” escribió el periodista. “Tanto el ICP como el AAP se han mostrado contrarios a la sección 377, mientras que el presidente del BJP Rajnath Singh ha calificado la homosexualidad de antinatural”.
El BJP no sólo ganó las elecciones; arrasó. Consiguió más del 30% de los votos, que se tradujeron en una mayoría absoluta con 282 asientos en el Parlamento. Narendra Modi fue elegido primer ministro. El IPC, que venía de gobernar, no llegó al 20% y se quedó en 44 diputados. Fue la peor derrota de la historia del partido.

Cuando el Tribunal Supremo invalidó la derogación de la sección 377 sugirió la posibilidad que fuera el Parlamento quien solventara la disputa. Al fin y al cabo, tenía el poder de legislar y cambiar la ley.
Pero el día que entrevisté a Andy en Hyderabad, una de las primeras cosas que me dijo fue que la mayoría absoluta del BJP era desalentadora. “Creen en la ideología hindutva [nacionalismo hindú conservador] y son muy homófobos”, dijo. “Tardará años a ocurrir algo positivo en el país”.
Shashi Tharoor ha sido una de las voces más críticas en el Parlamento contra la sección 377. Tharoor, miembro del IPC, es también exministro y un influyente escritor. En 2006 terminó segundo tras Ban Ki-moon en la votación para elegir el Secretario General de las Naciones Unidas.
El pasado 18 de diciembre, en una cámara baja casi vacía, Tharoor propuso una enmienda a la sección 377 para despenalizar las relaciones sexuales consentidas entre adultos. Fue rechazada por 24 votos a favor y 71 en contra. Durante la votación, decenas de parlamentarios se levantaron y le abuchearon. Lo volvió a intentar el 11 de marzo: 14 a favor, 58 en contra y una abstención.
Tharoor dice que no se rendirá, pero es realista. En un artículo reciente, escribe: “Si el BJP, con su mayoría aclaparadora en el Parlamento, decide oponerse a la descriminalización, hay poca cosa que podamos hacer antes de las próximas elecciones.”
A la oposición no le salen los números.
“Si el BJP, con su mayoría aclaparadora en el Parlamento, decide oponerse a la descriminalización, hay poca cosa a hacer”
El BJP es un partido conservador que basa su ideología en la religión hindú, lo que les ha acarreado críticas de discriminación de las minorías religiosas. En los últimos años, el partido ha promovido leyes para prohibir el consumo de carne de vaca, que consideran sagrada. Su oposición a las relaciones homosexuales se basa en la idea que estas son contrarias a la tradición del país.
El 15 de diciembre de 2013 el informativo de la edición india del canal CNN presentaba la noticia con el siguiente titular: “Gay Sex Illegal Again” (El sexo gay, ilegal de nuevo). La presentadora informaba: “El BJP ha dejado clara su posición con respecto al sexo gay. Sólo unos días después que el Tribunal Supremo decretara en un controvertido veredicto la recriminalización del sexo gay, el presidente del BJP Rajnath Singh se ha mostrado a favor del veredicto y la sección 377, que data de 1816. Esto es lo que dijo al periódico The Daily Telegraph, y cito: ‘Queremos dejar claro que apoyamos la sección 377 porque creemos que la homosexualidad es antinatural y no puede ser apoyada’”.
A continuación, la pantalla se partía. A un lado, imágenes de una manifestación con la pancarta “Proud to be gay” en primer plano. Al otro, Mukhtar Abbas Naqvi, portavoz del BJP. “Lo que Rajnath SIngh ha dicho con respecto de la sección 377 es correcto”, declaraba. “No podemos traer la cultura occidental a nuestra sociedad”. Curiosamente, Abbas Naqvi hablaba en inglés y vestía camisa y americana.
La periodista entraba luego en conexión telefónica con Devdutt Pattanik, historiador y autor de varios libros sobre la mitología hindú. La periodista pregunta: “¿Cuando la gente te dice que va en contra de la cultura india, que el sexo homosexual o gay es antinatural, cuál es tu respuesta?”.
“Hubo un tiempo en el que mucha gente en la India creía que la gente… que la intocabilidad (personas excluidas del sistema de castas) es natural, y encontraron escrituras para justificarlo. Creo que hoy ninguna sociedad diría que es correcto. Hay gente que ha apoyado que las mujeres no reciban educación, que las mujeres sean quemadas en la pira funeraria del marido… y hubo un tiempo en el que la gente de verdad creía que esto era lo correcto. Pero lo hemos dejado atrás, lo hemos puesto en cuestión”.
El hinduismo, concluye el entrevistado, no es una religión estática. Es fluida. No tiene dogmas, sino que se adapta a su tiempo. Esto, precisamente, es lo que le ha permitido sobrevivir a lo largo de sus 4.000 años de historia.
Ocho
En el año 2011, Andy trabajó en Knoah Solutions, una empresa de comunicaciones telefónicas. Las preferencias sexuales de Andy no eran ningún secreto; sus compañeros sabían que era gay y él sabía que lo sabían. Pero nunca lo hablaron. Un día, una chica nueva entabló una conversación con Andy. Ella le preguntó si estaba casado. Él le contestó que era gay. Al día siguiente le echaron del trabajo.
El 92% de los hombres indios asegura que se sentiría avergonzado de tener un hijo gay
Al cabo de diez días encontró un trabajo mejor. Más tarde lo contrataron en Deloitte. Sigue trabajando ahí y está contento: habla con naturalidad de su homosexualidad y nadie le pone pegas por ello. Pero él es un privilegiado. La homofobia, en la India, es la normalidad.
Según el informe International Men and Gender Equality Survey (IMAGES) de 2011, el 89% de los hombres indios respondieron afirmativamente a la pregunta de si se sentían incómodos en presencia de hombres homosexuales. El 92% dijeron que se sentirían avergonzados de tener un hijo gay.
Otros estudios muestran que la situación es peor en otras regiones del mundo. Según un estudio de Pew Research Center, el 67% de los encuestados en la India consideran la homosexualidad “moralmente inaceptable”. Hicieron la misma pregunta en seis países del África Subsahariana. La cifra fue del 82%. En Oriente Medio, donde también seleccionaron seis países, era del 89%. Pero esto no cambia nada para la comunidad LGBT en la India.
“Yo he podido salir del armario porque todos los que lo hicieron antes que yo me lo pusieron fácil. Y siento que yo, a cambio, he de hacer lo mismo”
No es sólo la sección 377. Es la sociedad.
Tras más de una hora de entrevista, le pregunté a Andy si, pese a todo, no veía síntomas de cambio.
“Sí”, contesta. “Al menos en mi mundo veo que algunas cosas están cambiando”.
Él intenta que así sea. Su granito de arena consiste en dar a conocer su homosexualidad a todo el mundo.
“Yo siempre estoy fuera del armario. Ya sea en el trabajo, corriendo o haciendo cualquier otra cosa”, dice. “Mi objetivo en la vida es que quienquiera que me conozca no pueda decir que no conoce a ninguna persona homosexual. De modo que allí dónde esté siempre intento que todo el mundo sepa que soy gay. Por qué entonces se dan cuenta que la palabra gay no es algo que sólo puedas encontrar en un libro. Es también una persona”.
Ahora, Andy dice que es gay con la misma naturalidad con la que uno saluda a un amigo. Pero no fue siempre así. Al principio, cada vez que lo decía a una nueva persona era como una revelación; le requería un gran esfuerzo. La decisión de hacer pública su homosexualidad fue fruto, por un lado, de la culminación de su lucha para reconocerse a sí mismo; por el otro, fue una decisión cargada de una firme convicción política y un profundo sentido histórico.
En 2008, tras dejar la orden de los jesuítas y terminar sus estudios de literatura inglesa, Andy empezó a trabajar como profesor de inglés. Ya no estaba bajo el amparo de su familia o la iglesia; por primera vez en su vida debía valerse por sí solo. Necesitaba ganar un sueldo. Necesitaba comer.
Andy se sentía, en cierto modo, liberado. Pero no era feliz. No le gustaba su trabajo. Pasaban los meses y no tenía motivos para pensar que su vida iba a mejorar.
Era la primavera del año 2009. El Tribunal Superior de Delhi aún no había dictaminado la sentencia que derogaba la sección 377 y las relaciones homosexuales seguían siendo un crimen. Faltaban pocos meses para que todo cambiara. Pero él no lo sabía. En aquel momento, Andy pensó que no merecía la pena seguir. Recordó a su hermana, Ancy. Ella se había arrojado al agua del río cargada de piedras, como Virginia Woolf. Él se arrojaría a las vías del tren, como Anna Karenina.
Pero no lo hizo.
Había cosas que sí le hacían feliz. Por ejemplo, estudiar. Sabía que era casi imposible vivir de eso. Sin embargo, decidió intentarlo. Tras haber considerado quitarse la vida, Andy optó por el suicidio financiero.
En junio presentó la solicitud a la English and Foreign Languages University de Hyderabad para cursar un M.Phil, un grado de investigación previo al doctorado concedido para la realización de una tesis en el área de filosofía. La aceptaron.
El siguiente paso fue elegir un tema. Él tenía claro que quería centrar su investigación en la homosexualidad, pero no tenía el valor para hacerlo de manera explícita. Lo ideal hubiera sido estudiar Queer studies, el término que en inglés engloba buena parte del trabajo académico relacionado con la comunidad LGBT y las identidades sexuales. Optó por escoger un tema que no llamara la atención y luego centrarse en la obra de un autor gay. Andy trataba de esconderse una vez más. Sería la última.
Andy tenía muy buena relación con una profesora de la universidad. Solían quedar en casa de ella para comer, charlar y meditar juntos. Andy le había dicho que era gay. Una noche, él tuvo un sueño. Vió a su profesora, que vestía holgadamente la túnica que solía llevar cuando meditaba. Sus piernas estaban abiertas y a Andy le pareció que le estaba invitando a hacerle el amor. Andy despertó horrorizado y empapado de sudor. “¿Qué significaba ese sueño?”, pensó. Le estuvo dando vueltas. Al final, lo comprendió. Fue a hablar con la profesora y se lo contó.
El sueño no tenía nada que ver con ella. Se trataba sólo de él.
Andy se dió cuenta de que la profesora en el sueño era él mismo presentándose de manera vulnerable al mundo, porque estudiar Queer Studies le hacía vulnerable. Ella le respondió: “Tienes que armarte de valor y estudiar Queer Studies y aceptar lo que sea que venga después”. Lo hizo.

No se arrepintió. Ese mismo verano la sección 377 fue derogada y la vida de Andy mejoró a pasos agigantados. Estudiaba lo que le gustaba. Era feliz. Pero aún no había dado el paso definitivo. Al cabo de un mes de haber empezado, leyó un libro sobre la historia de la lucha por los derechos civiles de la comunidad LGBT en Estados Unidos y las protestas de Stonewall.
Todo empezó la madrugada del 28 de Junio de 1969, cuando media docena de agentes policiales irrumpieron en un bar gay de Manhattan y ordenaron que apagaran la música y encendieran las luces. La fiesta había terminado. No era el primer caso de abuso policial que la comunidad LGBT sufría; la homosexualidad estaba perseguida y el sistema legal del país era esencialmente homófobo. Pero esa fue la gota que colmó el vaso. La gente se encaró con la policía. Ésta respondió. Hubo una escalada de violencia y le siguieron varias noches de protestas y disturbios. Esa noche fue uno de las momentos más importantes en la lucha por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT en Estados Unidos.
Tras terminar un capítulo, Andy se detuvo. Se sentía culpable. “Durante toda mi vida he intentado ocultar mi homosexualidad. Y esta gente luchó precisamente por eso”, se dijo a sí mismo. En ese instante, tomó la decisión. “Nunca más voy a avergonzarme de quién soy”, No había marcha atrás.
El día que visité a Andy en Hyderabad, me dijo que siente que como gay no sólo tiene derechos, sino también responsabilidades.
“Yo he podido salir del armario porque todos los que lo hicieron antes que yo me lo pusieron más fácil. Y siento que yo, a cambio, debo hacer lo mismo. Cada generación trata de cambiar el mundo un poco para hacer de él un lugar mejor para los que vengan después. Así es, al fin y al cabo, cómo avanza la humanidad”.
Nueve
El pasado 2 de febrero, el Tribunal Supremo aceptó las alegaciones presentadas por grupos de activistas en contra de su anterior sentencia sobre la sección 377. Debido a la “importancia constitucional” de la disputa, anunció que la referiría a una comisión extraordinaria de cinco jueces para que dieran un veredicto final.
La vía judicial seguía abierta. Volvía la esperanza.
Le pedí a Sheikh su valoración como abogado de la decisión del Tribunal Supremo. Le pregunté hasta qué punto era importante. “Es enorme,” respondió. “Significa que el tribunal se toma el asunto seriamente, significa que la da la importancia que merece. Una comisión de cinco jueces no solo reconsiderara la sentencia, sino que puede sentar la base del procedimiento a seguir en las disputas por derechos constitucionales para la próxima generación”.
La via judicial se volvió a abrir cuando el Tribunal Supremo refirió la derogación de la sección 377 a una comisión extraordinaria de cinco jueces
Sheikh es optimista. La sección 377 puede tener los días contados. “El hecho de que hayan decidido hacer la remisión muestra que se dan cuenta que algo está mal”, dice. “El Tribunal Supremo es consciente que ha cometido un error. Y ahora tienen una oportunidad histórica de corregirlo”.
La comunidad LGBT celebró la noticia con júbilo. Hubo manifestaciones en todo el país. La India se volvía a teñir de los colores del arcoiris.
El pasado 21 de febrero, los cientos de personas que acudieron a la manifestación del orgullo gay en Hyderabad marcharon dichosos de alegría. Era un momento de catarsis colectiva. Parecía como si hubieran ganado una batalla.

El lema de la manifestación era “My Child, My Pride” (Mi hijo, mi orgullo). La encabezaron las madres de miembros de la comunidad LGBT en apoyo a sus hijos e hijas. La madre de Andy, Alda, también fue pese a estar enferma. Marchó con él y subió al escenario para pedir a todas las familias apoyaran a sus hijos e hijas sin importar sus preferencias sexuales.
“El Tribunal Supremo es consciente de que ha cometido un error. Y ahora tienen la oportunidad histórica de corregirlo”
El periódico Deccan Chronicle la entrevistó para la crónica del día siguiente. “Crecí sin tener ningún conocimiento de la homosexualidad, o sea que cuando [mi hijo] me habló de su opción, de no casarse jamás con ninguna mujer, me sorprendió”, dijo ella. “Andy es mi único hijo, y como madre le apoyaré y querré”.
Para Andy fue uno de los días más felices de su vida. “No creo que jamás nada pueda igualarse a eso”, dice.
Hace tiempo, Andy publicó en su blog una entrada con el título “Por qué marcho en el orgullo gay cada año”. Escribía: “El orgullo significa cosas distintas para gente distinta. Para algunos es tanto una manifestación de orgullo como de rabia. Para algunos es una súplica a sus seres queridos para que los acepten; para otros un desafío. A algunos les sirve para aceptarse a sí mismos; a otros les da esperanza para pronto ser capaces de andar sin una máscara. Para algunos es una comunión que les une a gente con la que se sienten cómodos; otros intentan ayudar y apoyar al resto. Y aún para algunos es un acto político para pedir al gobierno que respete sus derechos y deje de discriminarlos. Cada persona que marcha en el orgullo reta a otra a vivir su vida de una manera más auténtica y libre”.
Cuando Andy marcha, lo hace por todas estas personas; por ellas y por las que ya no están.